Alejandro Valenzuela es licenciado en Ciencias Biológicas graduado en la UBA con posterior especialización en Ecología de Ambientes Acuáticos, en particular en las especies que allí se desarrollan. En 2005, luego de sortear la difícil tarea (por entonces lo era) de obtener una beca del CONICET, se radica en Ushuaia para efectuar en el CADIC un doctorado, tras lo cual efectuó un posdoctorado en la Universidad de Nortexas, en Denton, cerca de Dallas. Ya en 2012 fue convocado por la Dirección Regional Patagonia Austral de la Administración de Parques Nacionales donde se desempeñó durante cinco años, período en el que además es incorporó a la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF) donde actualmente es profesor de Biología de la Conservación y coordinador académico del Instituto de Ciencias Polares, Ambiente y Recursos Naturales. Paralelamente se desempeña como investigador del CONICET en áreas vinculadas con la Ecología de la fauna en general, tanto nativa como exótica (especies invasoras introducidas), en temas de interacción entre los animales y también de su conservación frente a las amenazas que les genera el ser humano, así como los beneficios que ellos generan al ambiente y a la sociedad.

En enero de este año, la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM) publicó el libro Mamíferos Introducidos Invasores de la Argentina, editado por un grupo de investigadores junto a medio centenar de especialistas. El Dr. Alejandro Valenzuela es el editor en jefe; en tanto que Christopher Anderson, Sebastián Ballari y Ricardo Ojeda, todos investigadores del CONICET, completan el equipo de editores. Valenzuela dialogó con 94Veinte Magazine sobre esta publicación bilingüe (inglés y español) que aborda un tema de inquietante actualidad en el país y en especial, en Tierra del Fuego e Islas de los Estados.

“Si bien hace unos años, bastante antes de la convocatoria de la SAREM, un grupo de investigadores nos pusimos a trabajar sobre las especies invasoras introducidas en Argentina, esos estudios nos llevaron a proponer el tema a la SAREM que terminó aprobando la iniciativa”, explicó Alejandro.

A whitetail deer buck is pictured in Buffalo, New York, U.S., February 13, 2022. REUTERS/Carlo Allegri

Añadió que fue entonces que “convocamos a la mayoría de los especialistas que trabajan con invasiones biológicas y temas vinculados” y que “la idea era hacer un libro conceptual donde planteamos la historia de esas invasiones para después abordar cómo deben ser tratadas, y cuáles han sido las características que posibilitaron su exitoso desarrollo y crecimiento”.

Valenzuela Afirmó que “la principal causa que llevó a introducir mamíferos en la Argentina es la caza y hay todo un capítulo sobre eso, al igual que sobre el tema de las enfermedades que dichos mamíferos trajeron consigo y otros muchos aspectos de estudio, todo lo cual nos llevó seis años de trabajo desde que se inició hasta que se publicó el libro”.

Para ejemplificar lo interesante que en su momento fue la decisión de introducir alginas especies, el académico se refirió a un típico caso de la fauna fueguina: el castor. “En 1946 se introdujeron 20 individuos de castor con el fin de contribuir al desarrollo de Tierra del Fuego. Más allá de que hoy sabemos el tremendo impacto que produjeron, en aquel tiempo se divulgó como tan bueno como el caso del petróleo en Comodoro Rivadavia” sostuvo, argumentando que “para comprender algunas decisiones hay que tener en cuenta el contexto y el momento histórico en que se tomaron”. Y afirmó: “ya no podemos hacer nada con las invasiones introducidas, más que manejarlas y minimizar sus impactos, pero debemos ser estrictos en no introducir otras nuevas”.

Pasado el tiempo y observando los relevamientos efectuados, Valenzuela disparó una afirmación tan contundente como preocupante: “el bosque patagónico es la eco región con mayor número de mamíferos invasores del país y Tierra del Fuego es la provincia patagónica que más sufre esta situación, ya que de todas las especies de mamíferos que existen, el 67 % son introducidos invasores y apenas el 33 % son nativas”.

Enumeró entonces que algunas de estas especies más importantes son el castor (“ingeniero de ecosistemas”); el jabalí y el ciervo en la Isla de los Estados, “aunque también hay otras especies que actúan de manera más oculta como el visón americano, los perros asilvestrados e incluso las especies domésticas como los perros que en Río Grande son un problema como en tantas partes del mundo donde, junto a los gatos, han impactado en las especies nativas”.

Alejandro nos informó que “tanto el castor como la rata almizclera, incluso los renos, que no sobrevivieron, pero los trajeron, fueron introducidos por el Ministerio de Marina; mientras que el conejo fue traído por Thomas Bridges y los ciervos en la Isla se los Estados, por la Armada, y también en Isla de los estados, en 1853, Luis Piedrabuena introdujo conejos y cabras, como provisión de alimentos en caso de naves que debieran detenerse por algún problema”.

Con relación a Isla de los Estados, Alejandro Valenzuela indicó que “la situación allí con las cabras y los ciervos (también hay muchas ratas noruegas) es importante, pero se está a tiempo de actuar para manejar la situación. Por ahora no hay iniciativas a la vista, pero confiamos en que en algún momento se puedan hacer acciones con intervención de los científicos, la Armada y por supuesto el Gobierno de la Provincia”.

CONEJOS Vs ZORROS

Además de los castores, ciervos y cabras, también se introdujeron el visón americano (para la peletería y producción de tapados) y los perros (traídos por los expedicionarios ingleses y españoles, aunque posiblemente Magallanes haya sido el primero). Pero resalta Valenzuela que un caso especial es el del conejo, introducido a la Isla por Thomas Bridges: “rápidamente se expandió hacia el norte de Tierra del Fuego, invadiendo campos de estancieros argentinos y chilenos. Como por entonces había una gran población de zorros grises en Santa Cruz, una especie nativa característica de la Patagonia que nunca había podido cruzar el Estrecho de Magallanes y ante un pedido puntual, las autoridades autorizan la introducción de zorros para que combatan a los conejos, cosa que no ocurrió. Desde entonces tenemos aquí zorros y conejos”.

Fuente: Revista 94Veinte Magazine