Cuando la música folklórica vuelva a los espectáculos, a las fiestas y festivales, a las peñas, eventos sociales y simples guitarreadas de entrecasa, habrá un violín menos sonando en el aire: el de Baldomero Estrada.

Baldo, como todos le decíamos, se fue de gira el sábado 15 y, de la misma forma en que tantas veces disfrutaba de hacer bromas, en esta ocasión simplemente partió, no si antes dar batalla durante muchos días en el Hospital de Río Grande. Fiel a su estilo de luchador incansable, la peleó hasta el final. Puso todo, como en todo lo que hizo.

Tan natural era verlo tocando el violín con su grupo de música folklórica en un espectáculo, como manejando el taxi o esquivarlo en un pasillo municipal haciendo equilibrio con la bandeja llevando café al despacho del Intendente.

Eso era Baldo, un «todo terreno» y un jugador «de toda la cancha» con un «corazón tan cinco estrellas».

Con la misma facilidad que hacía un café, te tocaba una chacarera o te armaba un festival de música y encima te hacía reír hasta decir basta.

Hubo muchas expresiones y despedidas por estas horas. Daniel Puebla en Aire Libre escribió: «en las redes sociales, en las últimas horas, se manifestó el profundo pesar por el fallecimiento de Baldomero Estrada, quien fue artista de música folklórica, empleado municipal y taxista en las calles riograndenses. Una persona muy amable, comprometida con la comunidad, con la música -integraba el conjunto «Los Salamanqueros»-, pero fundamentalmente con su familia, el amor de su vida».

Fueron varios los medios y personalidades que le dedicaron elogiosas palabras. También vecinos y vecinas de la ciudad que lo conocieron y lo trataron. Y compañeros y compañeras de trabajo que extrañarán sus bromas y buen humor, Como Cecilia «Pipi» Capotorto, que en su cuenta de Facebook lo despidió diciendo: «Chau rompe bolas! Volá. Volá. Y tocá ese violín para fastidiar como hacías en esa cocina que tantas huevadas juntos decíamos. Uno nunca imagina que va a pasar ésto y acá nos quedamos todos con tu recuerdo, el de jodón, el ruido de la bandeja cuando alguien pasaba y asustabas, el perro en los pies, el qué «pasada de olla estás Pipi» y miles más. Nunca me voy a olvidar las jodas a los funcionarios mientras les hacíamos las notas y esos mates hervidos y asquerosos que me dabas. Volá alto Baldo y rompele las bolas a todos como acá abajo. Nos vemos en algún lugar!

Hasta pronto querido Román Baldomero Estrada…