Los docentes que se desempeñaron en la Base Esperanza de la Antártida durante 2019 regresaron a la isla grande de Tierra del Fuego en vísperas de año nuevo. Romina Pereyra Lemos, su marido Néstor María Franco y sus dos hijos, de 7 y 14 años, volvieron a sus hogares en la capital provincial, luego de dirigir el funcionamiento de la escuela N°38 Raúl Ricardo Alfonsín en el continente blanco.

Fue la segunda experiencia de este tipo para la familia, ya que lo mismo habían realizado en 2016, cuando la pareja incluso se casó en ese particular lugar del mundo. El viaje de regreso, según comentaron los protagonistas, “se hizo un poquito largo”, debido a que primero arribaron Río Gallegos, hace unos diez días atrás, pero luego fueron trasladados a la ciudad Autónoma de Buenos Aires para los análisis médicos de rutina.

Romina Pereyra Lemos comentó que, de a poco, la familia está “retomando la vida de la sociedad, de la multitud, trámites y todas esas cosas”, y se manifestó “muy contenta de estar nuevamente en nuestro lugar de origen”. “El 30 (de diciembre) pudimos llegar acá, a nuestra ciudad Ushuaia -señaló la docente-, sumamente contentos con estar con nuestros seres queridos, poder estar el fin de año con ellos y retomar las actividades para poder tomar unos días de vacaciones para disfrutar también con el resto de la familia que tenemos también el norte argentino”.

Respecto de la supervivencia en un contexto tan extremo como la Antártida, la maestra remarcó que “es una cuestión bastante particular, porque si bien uno ya tiene ganas de volver, por un lado también la vida allá es demasiado tranquila y tiene otro ritmo y, seguramente, se va a extrañar eso”.  “Los chicos estaban ahí, con esa ambigüedad, de quedarse pero a la vez estar con sus amigos, sus primos y los abuelos, había que volver a cerrar el ciclo, el maestro de la campaña 2020 ya se encontraba allá (en la Antártida), así que hicimos todo lo que tiene que ver con el traspaso del patrimonio que tiene la escuela, cuestiones administrativas que había que entregar y ya era el momento de partir y solamente nos quedaba esperar la posibilidad del cruce en el Hércules y retornar nuevamente a nuestra querida parte continental”, detalló Pereyra Lemos.

Así mismo, la docente indicó que la Base Esperanza es la única locación argentina que contiene también a las familias de miembros de las fuerzas de seguridad que allí están instalados, y que la institución de la cual fue directora por segunda vez depende del Ministerio de Educación de la Provincia, bajo la modalidad de escuela rural, con doble jornada.

“Este año tuvimos una matrícula de seis niños en primaria, primero, segundo, cuarto, y tres niños en sexto, que terminaron, y un total de diez adolescentes que oficiaron en el nivel secundario, pero ellos están en la plataforma que provee el Ejército Argentino, de educación a distancia”, destacó la madre y maestra, agregando que “a lo largo del año fuimos desarrollando las actividades como cualquier otra escuela, con la particularidad de la acotada población que hay, porque somos un total de sesenta y seis personas, en la cual teníamos un corte al mediodía en la escuela, cada familia almuerza en su casa y hay un total de trece casas, y hay un alojamiento para personal del Ejército que se encontraba sin familia, entonces almorzaban en un alojamiento aparte”.

“Ahí se desarrolla la vida muy tranquila, no hay colectivos, no hay medios de transporte, no existen los supermercados, o los kioscos -expresó Pereyra Lemos-, así que uno tiene que prever todo lo que tiene que ver con lo laboral y con lo que tiene que ver con gustos personales, porque si se quiere un chocolate marca “x” no lo puede tener, entonces lo tenés que llevar, y la verdad que es muy tranquilo, es una experiencia muy linda”.

Según relató la docente, el continente blanco tiene “una belleza muy particular”, también tiene una connotación social “como ciudadanos”, relacionada con “estar en estas tierras tan inhóspitas, que son argentinas y parte de nuestra querida provincia”, pero además “tiene un plus que no solamente es estar en la Antártida, sino que es un plus de ir dejando las huellas que en algún momento seguramente servirán para los reclamos soberanos del país”.

Los cuatro integrantes de la familia concretaron su segunda vivencia en la Base Esperanza y Pereyra Lemos subrayó las implicancias de afrontar esa clase de desafíos con sus hijos: “Esta es una decisión familiar, nosotros tomamos en cuenta la decisión de ellos (los niños), porque es difícil estar, mucha gente por ahí piensa que no estamos tan alejados en la Antártida, ni hace tanto frío como antes, pero el aislamiento es bastante importante, uno tiene que ir en óptimas condiciones de salud, tiene que ir preparado para cualquier cuestión que pueda llegar a surgir y estamos alejados, porque la logística de traslado es complicada, porque hay que llegar en Hércules hasta la Base Marambio, que es la base logística que recepciona todos los vuelos de Hércules y, de ahí, trasladarnos en un avión de porte pequeño o un helicóptero con una hora más de viaje (para llegar al destino final, donde fueron recibidos por la vicegobernadora Mónica Urquiza y la ministra de Educación, Analía Cubino)”.

Fuente: Radio Fueguina