Muchos sostienen que la novela de Julio Verne “Le Phare du Bout du Monde” (El faro del fin del mundo) fue escrita muchos años antes de que se construyera el faro. Se refieren a 1859, pero esa fecha es la que refiere Julio Verne con respecto a la construcción del faro que relata la novela, no cuando la escribió.

Aunque Julio Verne nunca conoció el lugar, dicen que prácticamente tuvo una especie de visión, por la forma como describe la isla y lo que sucedió en ella. Lo cierto es que, en la exposición de Jules Verne en La Mairie de Dinard en el año 2000, hubo acceso a manuscritos y mapas de Julio Verne. En especial un globo terráqueo en el que está marcado en rojo, por el propio Julio Verne, la ubicación del faro en el Cabo San Juan, y las distancias a Punta Arenas, Estrecho de Le Maire, Cabo San Diego etc.

Como gran novelista, Julio Verne se las arregló para reflejar lo que nunca había visto y para hacer de simples hechos históricos una novela cargada de aventuras. Para los que siguen descreídos de que así fue, tomaremos algunos pasajes del libro.

En primer lugar, debe decirse que la novela fue publicada por primera vez en 1905, después de la muerte del gran novelista. Sucedió que el hijo encontró en un cajón dos cuadernos escritos a lápiz y repasados a tinta, uno era “El volcán de oro” con escenas de la Antártida, y el otro el “Faro del Fin del Mundo”. Justamente el faro del fin del mundo tiene relación con el tema antártico porque dicho faro era el lugar de recalada para las exploraciones antárticas que se estaban llevando a cabo a fines del 1800 y comienzos del 1900. Por otra parte, el faro fue construido en 1884 y luego trasladado en 1902. Era la última luz ante lo desconocido. Ahora vayamos al libro.

Entre los comentarios lógicos para situar al lector, Julio Verne escribe en su primer párrafo que el crepúsculo es largo “en aquellas altas latitudes, a los cincuenta y cinco grados del hemisferio austral” (latitud aproximada de la Isla de los Estados). En el mismo párrafo, se refiere a que, en la inauguración del faro estaba el buque “Santa Fe” de la República Argentina. En realidad, estaba el buque “Paraná”, que era la nave insignia de la División Expedicionaria al Atlántico Sur. Para todo argentino es sencillo entender que se refieren a él dado que “Santa Fe” es la ciudad, capital de la provincia de Santa Fe, ubicada sobre el río “Paraná”. Además, está enfrente de la ciudad de “Paraná”, capital de la provincia de Entre Ríos.

En el segundo párrafo, sitúa al faro “… construido a tiro de fusil detrás de la bahía de Elgor, en la que el Santa Fé se hallaba fondeado”. La cañonera “Paraná” estaba fondeada en esa bahía que, hasta el día de hoy, no tiene un nombre en particular. En el diario de a bordo, se referían a ella como la “encenada” (sic.) y el lugar donde se construyó el faro como “la punta”; después fue llamada “Punta Lasserre”. Un poco más adelante escribió: “... y el silencio volvió a reinar en la isla de los Estados, situada en el punto donde confluyen las aguas del Atlántico y las del Pacífico.” En forma directa nombra la isla y una de las particularidades que la hizo tan famosa: el encuentro de los dos océanos y las fuertes corrientes que llevaban a los barcos muchas veces contra rocas, islotes o la propia costa de la isla.

Hay más “coincidencias”. Al comandante del buque lo bautizó “Lafayate”, cuando el real se llamaba “Lasserre” (Coronel Augusto Lasserre). No hay una explicación sobre los cambios introducidos en los verdaderos nombres, pero sí llama la atención la aproximación a todos los detalles.

En cuanto al faro, Verne lo describe desde lo constructivo de una forma que difiere mucho de la realidad. Por ejemplo, dice que se puede tomar la “… escalera de caracol, de peldaños de piedra empotrados en la pared…” y otras descripciones de la construcción (de ahí puede venir la confusión permanente con el faro Les Éclaireurs, ubicado en el Canal Beagle a pocos kilómetros de Ushuaia) . Tampoco son acertadas las descripciones del cabo San Juan y del puerto, pero sí es acertado el concepto de buen puerto y que es el único después de salir del estrecho de Magallanes. Nada comenta de la sub prefectura, ni del presidio, ni tampoco del piquete de marinería que quedó en el lugar.

En el segundo capítulo, describe muy bien la isla con algunos datos históricos, distancias y dimensiones de la isla.

Un punto en el que la gente hace hincapié es que el novelista sitúa los hechos que se suceden durante el año 1860 haciendo referencia a que el faro fue inaugurado el 9 de diciembre de 1859, cuando en realidad sucedió el 25 de mayo de 1884. Cuál fue el motivo es imposible saberlo. Llama más la atención cuando hace referencia a la propiedad de la isla diciendo textualmente: “… forma parte del archipiélago magallánico, entonces indiviso entre las dos repúblicas del extremo del continente americano. Más tarde, como consecuencia del reparto de las regiones magallánicas en 1881, la isla de los Estados pasó a integrar la República Argentina.” Demás está decir que, los que dicen que la novela fue escrita cerca del 1860 no pueden explicar cómo sabía el escritor que, en 1881, se firmaría el famoso tratado de límites entre Argentina y Chile.

En la parte que se refiere a los bandidos, cita lugares como “Punta Arenas”, de donde se escapan los jefes dado que habían cometido delitos muy graves y deciden refugiarse en Tierra del Fuego.

Existieron grupos que operaban desde las islas Malvinas y usaron la isla de los Estados como escondite, para saquear a los barcos en sus naufragios. Don Luis Piedra Buena, segundo propietario de la isla, se dedicó a navegar por la región cazando lobos marinos y pingüinos, además de poseer un almacén de ramos generales en Punta Arenas y un establecimiento en la isla Pavón en el río Santa Cruz. Con sus buques, tanto el bergantín “Espora” como el pequeño cúter “Luisito”, realizó muchos salvamentos y alejó a estos grupos que asolaban a los náufragos.

Hacia el final de la novela, el buque “Santa Fé”, con pabellón de la República Argentina, regresa comandado por “Lafayate” y, luego de una persecución por toda la isla, logra capturar a algunos de los bandidos, mientras su jefe se suicida y otros mueren de hambre. En algo se asemeja a lo ocurrido en 1902 con la famosa fuga de presidiarios de la isla de los Estados. Pero es imposible saber si realmente conoció los hechos o fue solo una verdadera coincidencia. Todo indica que conocía muy bien cómo fue la inauguración del faro y las características de la isla. Si la construcción y los hechos no se ajustan a la realidad, puede deberse a que la información que tuvo no fue completa o necesitó de ciertos “ingredientes” para armar una mejor novela.

Fuente: Extracto de la nota del escritor, historiador, explorador e investigador Carlos Pedro Vairo en www.carlosvairo.com publicado en 94Veinte Magazine.